Ubicación: Benigno
Vela 147 y Av Maldonado (La Recoleta)
Horarios: lunes a sábado, de 15:00 a 17:30
Precios: Adultos 2.00; Estudiantes 1.00 y niños
0,50.
Descripción
En 1600
Fray Pedro Bedón fundó en este lugar la recoleta de los padres dominicos, un
sitio de meditación caracterizado por varias grutas donde los frailes se
aislaban para orar y hacer penitencia. Tres de estas grutas se pueden visitar
actualmente en el extremo sur del convento y una presenta pintura mural
trabajada por Pedro Bedón.
En un terreno de 2 hectáreas, junto al
Ministerio de Defensa, se distribuyen el convento, un museo, una capilla, una
casa de acogida, la Escuela Ángel de la Guarda y varios locales comerciales que
arriendan para la manutención del monasterio y para costear las obras sociales.
Las primeras religiosas llegaron desde Canadá en 1871.
Fue por pedido del
entonces presidente Gabriel García Moreno. El propósito era crear un centro de
acogida para la reeducación, rehabilitación y guía espiritual de mujeres
abandonadas, huérfanas o que habían incurrido en actos de delincuencia y
prostitución. “Ora es labora”, es una de las frases que inspira y motiva la
labor social de esta congregación. Entonces, las religiosas se instalaron en la
Recoleta de Nuestra Señora de la Peña de Francia.
Este fue un convento
dominico, fundado por Fray Pedro Bedón, en 1600. Por un camino de piedra, la
hermana Liz Reascos, es la guía y administradora del museo,en la parte
trasera del convento donde se conserva un antiguo mural, dentro una ermita.
En
este sitio encontraron siete cuevas que eran utilizadas por los frailes
dominicos para los retiros espirituales y sus penitencias. El Buen Pastor,
representado en una escultura de piedra traída desde Latacunga, se impone en el
patio central del convento. Alrededor se levantan tres pisos con muros que
bordean los 80 cm de ancho.
En la segunda planta, entre los corredores de
madera están las habitaciones con una cama, un armario, una cómoda y un
reclinatorio que revelan la sencillez con la que viven las religiosas. El recorrido por el convento, la capilla y el museo
dura alrededor de 45 minutos. El arte religioso se distribuye en varias
habitaciones de los tres pisos.
La capilla, de una sola nave y tres cúpulas
sobre el altar mayor, recibe cada domingo, a las 08:00, a los feligreses y
visitantes que acuden a oír misa. En las paredes y techos se destacan los
detalles florales pintados por las primeras religiosas que llegaron a Quito.
Enredaderas y flores de lis enmarcan ángeles y santos que custodian el colonial
templo. El frío y la humedad están acelerando el proceso de deterioro de los
murales de este conjunto patrimonial. En dos pequeños nichos a ambos lados del
altar se teje otra de las sorprendentes historias de este convento.
En El Buen Pastor se encuentra el
testimonio de dos épocas históricas de Quito: la colonial y la republicana. La
primera, representada por la estructura fundamental de la iglesia y el convento
y la singular presencia de una cueva de penitencia en el barranco; la segunda,
por los jardines y las obras de arte, testimonios manuales de las religiosas
del convento y los cambios arquitectónicos introducidos en los diferentes
procesos de restauración del complejo.
El Buen Pastor, representado en una
escultura de piedra traída desde Latacunga, se impone en el patio central del
convento. Alrededor se levantan tres pisos con muros que bordean los 80 cm de
ancho. En la segunda planta, entre los corredores de madera están las
habitaciones con una cama, un armario, una cómoda y un reclinatorio que revelan
la sencillez con la que viven las religiosas.
Video:
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