Dirección:
Junín OE113 y Montúfar esquina.
Horario:
Lunes a viernes 10h00 a 16h00 para tour guiados / Sábado 10h00 a 14h00
Precio:
Adultos 4,00 USD / niños 1,00 USD /estudiantes 1,50 USD / adultos mayores 2,00
USD
Descripción
En
un recorrido por el museo se puede conocer la vida de la heroína quiteña
entrelazada con los grandes héroes de la independencia, Bolívar y Sucre.
Manuelita, considerada como la mujer de América, ella que cabalgó los Andes
buscando la libertad de nuestros países y que decía: “Mi patria es América, he
nacido bajo la línea del Ecuador”, ahora cabalga por la historia desentrañando
la verdad de un pasado glorioso.
Remontarse
al pasado, redescubrir su pensamiento, encontrar la lealtad y el compromiso que
le llevó a decir.
Desde
los ventanales del museo, hacia la calle Junín, se observan los altos y blancos
muros del convento que aún preservan la vida monástica de las monjas de Santa
Catalina. Tras esas paredes, Manuela creció bajo la tutela de las religiosas
durante sus primeros cuatro años, por encargo de su padre Simón Sáenz.
En
1988, el comerciante industrial Carlos Álvarez Saá adquiere la casa y durante
cuatro años trabaja en su restauración, respetando en gran medida la estructura
y materiales originales.
Historiador
y coleccionista por vocación, Álvarez decide exponer una amplia colección de
armas, monedas, arte religioso y un sinnúmero de documentos y objetos que
pertenecían a su admirada Manuela.
Ana
María Álvarez es parte de la segunda generación que se dedica a cultivar en los
jóvenes y adultos el conocimiento de la Caballereza del Sol, quien un 16 de
junio de 1822 tejió una corona de rosas y laureles para recibir a Simón
Bolívar, El Libertador, como ella lo llama en sus epístolas.
“Fue
un cruce de miradas entre Bolívar y Sáenz lo que cambió la historia de América
Latina y avivó la causa libertaria”. Álvarez aseguró que Bolívar no fue el
único extranjero que se dejó conquistar por el apasionado fuego que late en las
pupilas de las quiteñas.
Una
colección de pinturas, cuyos originales se conservan en la Sociedad
Bolivariana, recogen importantes momentos en la vida de Manuela.
En
la siguiente habitación, sobre el entablado de madera que cruje con el caminar
de turistas nacionales y extranjeros que visitan el museo, están los muebles
que pertenecieron a Antonio José de Sucre y a la Marquesa de Solanda. En los
corredores, la mirada de más de una quincena de santos católicos acompañan a los
visitantes en el recorrido. Son parte de la colección de arte religioso.
En
el segundo piso, 27 Cristos pertenecientes a la Escuela Quiteña se muestran
como evidencia de las habilidades de los primeros artistas locales, entre los
que destaca la perfecta anatomía de tres Caspicaras. El tallado de la madera,
los materiales utilizados y el delicado encarnado se observan a través de las
capas desgastadas de una de las esculturas.
Monedas
americanas con perfiles que miran a España y otras europeas que miran hacia
América se exhiben junto a decenas de armas de fuego, espadas y sables. Álvarez
trabaja en una investigación para profundizar en la historia de cada moneda de
la colección.
Dos
bayonetas que se utilizaron en la Batalla de Pichincha, con la cual se selló la
independencia quiteña, escoltan un cuadro con la imagen de una joven Manuela
que aún tiene la mirada clavada en El Libertador, quien viste un traje militar
cubierto con una brillante capa azul.
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