martes, 5 de mayo de 2015

Museo Etnográfico José Mejía Lequerica

Dirección: Calle Venezuela y calle Antonio Ante



Descripción:

La institución funciona allí desde 1974 y presenta, en esculturas, a 21 etnias del país. En 18 salas usted podrá apreciar la vestimenta, los oficios, las herramientas de trabajo y la vivienda de los montubios y cayapas, de los indios serranos carapungos, salasacas e ilumanes y de los orientales jíbaros, cofanes, shuar y huaorani. Las piezas son de autoría del escultor Galo Tobar. El Colegio Nacional Mejía, una de las instituciones educativas más antiguas de la ciudad, es el custodio de una casa donde las nacionalidades del país alcanzan eternidad en una serie escultórica. Las piezas de este Museo Etnográfico pertenecían al fondo del Instituto Nacional de Antropología, hacia 1950. Esta fase de exhibición fue corta, hasta 1952. Y de allí, el material cultural se reubicó en 1974 en el primer piso del Colegio Mejía.





Este sitio contiene 17 salas donde se recrean 21 etnias de la Costa, Sierra y Amazonía del país. También hay una sala especial para las especies emblemáticas de la fauna nacional. En exhibición se distingue a un cóndor, a varios roedores y primates menores, todos embalsamados. Una sala final está dedicada al desarrollo de foros y proyecciones audiovisuales para el público estudiantil que acude a este complejo antropológico.

La vestimenta es un punto de referencia hacia el entendimiento de las relaciones entre los seres humanos y sus entornos. El caso de los vecinos de la Amazonía es el más didáctico. En los atuendos de jíbaros y cofanes se aprecia que estas comunidades vieron en las fibras vegetales y las semillas la tela para sus diseños. Luego, los objetos utilitarios que complementan los ambientes dan cuenta de cómo los pobladores han intervenido en la naturaleza para su provecho. Las redes y los machetes dan cuenta de la dieta marina del habitante costero. Las vasijas recuerdan los procesos de almacenaje de los granos que cosechan los serranos. Y los pequeños tiestos son testimonio de la molienda del ají y de la mezcla de yerbas sagradas dentro de los rituales de curación en el oriente.


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